Verdad que el pensamiento puro prima sobre las complejidades que le introducen tantas leyes e intereses.
Sin recurrir a esa selva de principios, conceptos, ideas, intensiones, que son las leyes humanas, (siempre un imperfecto intento de sistematizar el ideal de conducta) y a la luz de la sabiduría popular, el asunto de la gobernación de Córdoba es muy fácil de resolver.
Para sintetizarlo, un fallo de tutela le devolvió el cargo al gobernador de Córdoba, después de que una decisión del Consejo de Estado, ya había permitido elegir otro. Ahora hay dos gobernadores y al mismo tiempo no hay ninguno, porque ninguno puede ejercer desconociendo al otro. Aparentemente es un choque de poderes que no tiene solución; pero yo que no es así:
Analicémoslo, simplificándolo, como lo vería el ciudadano común y corriente:
Si se tratara de una sola persona, frente a dos decisiones emanadas de una misma autoridad -por ejemplo, el padre o la madre (o ambos, pero de acuerdo) en el grupo familiar- no hay ninguna duda; la segunda prima sobre la primera.
Pero puede suceder que las decisiones afecten a dos personas. Si permanece en este caso el supuesto de una sola autoridad, igual, prima la decisión mas reciente, aunque las lesiones causadas a quien se perjudica deban ser indemnizadas.
Sin embargo la decisión familiar se complica si padre y madre ostentan el mismo poder -cosa difícil, pero para el análisis supongamos que si- y están enfrentados: si el afectado es un solo hijo, este obedecerá la decisión que mas le favorezca. Pero ¿y si fueran dos? Es previsible suponer que cada uno acatará por su lado la decisión que más le favorezca, y como asumimos que padre y madre están enfrentados con igual carga de poder, también lo estarán los hijos en sus nichos de intereses.
Para terminar de reproducir el caso de los gobernadores en el escenario familiar, agreguémosle el elemento cronológico (las decisiones no son simultaneas) y los condicionantes (una decisión esta amarrada a otra). El segundo progenitor toma la decisión basado en una decisión del primero, que por una coyuntura, el hijo no pudo acatar.
Un ejemplo práctico. El padre ofrece a sus tres hijos que el que saque las mejores notas en el colegio se hace acreedor a un viaje de placer. Un hijo sale favorecido y se gana el viaje. Resulta que se enfermó (para generalizar, digamos que se inhabilitó de cualquier forma) y la mama que dispone de los recursos que dejó el padre, se los asigna al segundo mejor. Hasta ahí, no hay ningún problema.
Repentinamente la inhabilidad del primero desaparece, y reclama su premio. ¡He ahí Córdoba! Estoy seguro que para cualquier observador, juez, y aun para los propios aspirantes al premio, al superar la inhabilidad, quien obtuvo las mejores notas, recuperó el derecho a disfrutar del premio.
Se entiende y se acepta, que la decisión que se lo otorgó al segundo, estuvo basada en un supuesto que había perdido valides, y por lo tanto la decisión también pierde valides. La mecánica de cómo se le quita al segundo el privilegio, es solo eso cuestión de mecánica.
Esta es exactamente la situación de Córdoba.
Pero como dijimos al principio, las leyes son imperfectas, nunca podrán predecir todas las situaciones que se puedan presentar en la vida, y por eso mi creencia de que deben ser menos, y dejar su interpretación al juicio de personas de una gran solvencia moral: entiendo la complejidad práctica, pero eso no invalida la necesidad de una síntesis legal.
Ahora parece que no existe el mecanismo para reversar la sentencia del Consejo de Estado, que fue la quedó sin piso. Esa es toda la complejidad. Para la sabiduría popular, cuando las cosas se quedan sin piso, se caen y listo, sin necesidad de que nadie la empuje.
Me acaban de informar que ya se resolvió el problema.... falta ver qué pasa más adelante en este caso.