La improvisación en Transmilenio
13 junio 2006
Por Jaime Restrepo. Director Sistema Atrabilioso.
Es innegable que el sistema Transmilenio es un gran paso para facilitar la movilidad de los ciudadanos y permitir la organización del complejo tráfico de una ciudad con más de 7 millones de habitantes.
Además de la reducción en el tiempo de los recorridos, Transmilenio ofrece un transporte mucho más seguro para los usuarios, pues al tener carriles exclusivos, la posibilidad de accidentes se reduce enormemente.
Por eso, cuando se evidencian los progresos del Sistema y se inaugura una nueva fase, muchos sentimos cierta satisfacción al ver que el dinero de los impuestos se está dedicando a ofrecer soluciones estructurales al viejo problema del transporte en Bogotá.
Pero la improvisación en la última fase de Transmilenio, la que fue inaugurada el pasado 1 de mayo, resulta alarmante y desnuda la ausencia de gerencia y de conocimientos sobre la operación de un complejo sistema de transporte masivo.
Comencemos por lo simple: para atender esta nueva fase, que tiene una longitud de 30 kilómetros, se necesitaban más buses, pues las nuevas troncales equivalen al 36% del total del Sistema (84 kilómetros están actualmente en operación). Sin embargo, la Administración inauguró la nueva fase sin aumentar el número de articulados.
Ahora, con el problema encima, la Administración Distrital anunció que en octubre se completarán los 200 buses articulados que se requieren para operar la nueva fase…. ¿hasta octubre? Si, la falta de visión y la ausencia de decisiones lógicas frente al proyecto obligarán a los usuarios a padecer el déficit durante cinco meses más.
¿Y porqué no se contrató el ensamblaje de los buses cuando comenzó la construcción de la nueva fase? Primero porque no se ha cumplido con la chatarrización de los vehículos de transporte público que siguen disputando pasajeros en algunas de las troncales.
Segundo, porque los negociantes del transporte colectivo (muchos de los cuales son también accionistas de las empresas operadoras de Transmilenio) visualizaron el caos y esperaron con paciencia a que detonara la crisis en el Sistema, para cobrar más por los vehículos a chatarrizar y también para intentar mantener algunas rutas en los corredores de Transmilenio.
Es claro que no se invierten casi 400 millones de pesos en un bus articulado para dejarlo parqueado: pero también es cierto que esos buses que ya estaban listos, pudieron entrar a las rutas que ya operaban, mientras terminaba la construcción de las troncales Suba y NQS.
Pero no hubo iniciativa, ni se ejerció una concertación con los dueños de las empresas propietarias de los articulados, ni con los transportadores colectivos, para que tuvieran listo y disponible el parque automotor necesario para atender la demanda.
Otro enorme problema que se presentó en el Sistema es que se acabaron las tarjetas para que los usuarios pagaran por el servicio. Durante el paro del 3 de mayo, en todas las estaciones se vieron largas filas de usuarios que solo podían comprar un pasaje.
Ese día, los funcionarios de las taquillas tuvieron que recurrir al ingenio y a solucionar el problema hasta con vales a mano y firmados por ellos mismos, pues no habían tarjetas para la operación adecuada del Sistema.
Naturalmente durante el paro, muchos pensamos que el problema se debía a la ausencia de otras opciones de transporte para los bogotanos y que esa situación había multiplicado el número de usuarios de Transmilenio.
Pero terminó el paro y el problema siguió: no había suficientes tarjetas para atender la demanda y Transmilenio tuvo que recurrir a tiquetes de papel para que los usuarios pudieran ingresar al Sistema.
¿Y Angelcom? Esta es la empresa encargada del recaudo en el Sistema y quedó demostrado que los cogió por sorpresa la entrada en funcionamiento de las troncales Suba y NQS, anunciada durante más de dos años.
Lo que resulta curioso, por decir lo menos, es que Angelcom es la operadora de recaudo de la fase I, mientras que la Unión Temporal UT Fase II es la encargada del recaudo en la NQS y la troncal Suba. Sin embargo, ¡oh sorpresa!, ambas empresas tienen exactamente la misma dirección y los mismos teléfonos. Entonces, en la práctica, Angelcom (o como quiera que se disfrace), es la operadora del recaudo de todo el Sistema.
Entonces, ¿cómo puede sorprender una situación que fue anunciada y supuestamente planificada por la Alcaldía y por las directivas de Transmilenio? Resulta absurdo que con dos años de avisos, demoras y construcción, Angelcom y la Alcaldía no hubieran tomado las medidas necesarias para que los usuarios tuviesen un servicio rápido y eficaz al pagar sus pasajes.
¿Dos años para ordenar la elaboración de unas tarjetas magnéticas (estilo tarjetas de crédito)? Eso es el colmo de la improvisación y de la falta de gestión. ¿No sabían que, por ejemplo con la troncal Suba, ingresaban de una sola vez al Sistema, 14 nuevas estaciones? Pues si lo sabían y no hicieron nada para facilitarle la vida a los usuarios y ser eficientes en la prestación del servicio.
Entonces, con el ingreso de la nueva fase, los usuarios se enfrentaron a dos situaciones inadmisibles: no habían buses para satisfacer la demanda y tampoco encontraron tarjetas para ingresar al Sistema. Y eso que no hablamos de las rutas alimentadoras, porque en ese tema las cosas son mucho peores.
En medio de semejante caos por falta de gestión y planeación, los usuarios crearon la Asociación de Usuarios Damnificados por Transmilenio, cuya capacidad de convocatoria les ha permitido realizar protestas en varias estaciones y obstaculizar el servicio del Sistema por varias horas.
Esa Asociación ha pedido una y otra vez que el Alcalde se reúna con ellos porque la situación es desesperada: usuarios que antes se demoraban 10 minutos para abordar un articulado, ahora tardan más de una hora esperando un bus que tenga, en algún rincón, un lugar en el que se pueda movilizar el pasajero.
Y esto ocurre en las troncales iniciales del Sistema (Caracas – Autopista Norte – Calle 80), pues muchos articulados de esas rutas han sido desplazados para cubrir la demanda de la nueva fase, lo que evidentemente es un contrasentido, porque el número de usuarios es el mismo, pero ahora tienen menos buses para atenderlos.
Claro… no todo es malo: mientras terminan de construir el sistema de transporte masivo de Pereira, 20 articulados de esa ciudad prestan el servicio en Bogotá.
Es innegable que el sistema Transmilenio es un gran paso para facilitar la movilidad de los ciudadanos y permitir la organización del complejo tráfico de una ciudad con más de 7 millones de habitantes.
Además de la reducción en el tiempo de los recorridos, Transmilenio ofrece un transporte mucho más seguro para los usuarios, pues al tener carriles exclusivos, la posibilidad de accidentes se reduce enormemente.
Por eso, cuando se evidencian los progresos del Sistema y se inaugura una nueva fase, muchos sentimos cierta satisfacción al ver que el dinero de los impuestos se está dedicando a ofrecer soluciones estructurales al viejo problema del transporte en Bogotá.
Pero la improvisación en la última fase de Transmilenio, la que fue inaugurada el pasado 1 de mayo, resulta alarmante y desnuda la ausencia de gerencia y de conocimientos sobre la operación de un complejo sistema de transporte masivo.
Comencemos por lo simple: para atender esta nueva fase, que tiene una longitud de 30 kilómetros, se necesitaban más buses, pues las nuevas troncales equivalen al 36% del total del Sistema (84 kilómetros están actualmente en operación). Sin embargo, la Administración inauguró la nueva fase sin aumentar el número de articulados.
Ahora, con el problema encima, la Administración Distrital anunció que en octubre se completarán los 200 buses articulados que se requieren para operar la nueva fase…. ¿hasta octubre? Si, la falta de visión y la ausencia de decisiones lógicas frente al proyecto obligarán a los usuarios a padecer el déficit durante cinco meses más.
¿Y porqué no se contrató el ensamblaje de los buses cuando comenzó la construcción de la nueva fase? Primero porque no se ha cumplido con la chatarrización de los vehículos de transporte público que siguen disputando pasajeros en algunas de las troncales.
Segundo, porque los negociantes del transporte colectivo (muchos de los cuales son también accionistas de las empresas operadoras de Transmilenio) visualizaron el caos y esperaron con paciencia a que detonara la crisis en el Sistema, para cobrar más por los vehículos a chatarrizar y también para intentar mantener algunas rutas en los corredores de Transmilenio.
Es claro que no se invierten casi 400 millones de pesos en un bus articulado para dejarlo parqueado: pero también es cierto que esos buses que ya estaban listos, pudieron entrar a las rutas que ya operaban, mientras terminaba la construcción de las troncales Suba y NQS.
Pero no hubo iniciativa, ni se ejerció una concertación con los dueños de las empresas propietarias de los articulados, ni con los transportadores colectivos, para que tuvieran listo y disponible el parque automotor necesario para atender la demanda.
Otro enorme problema que se presentó en el Sistema es que se acabaron las tarjetas para que los usuarios pagaran por el servicio. Durante el paro del 3 de mayo, en todas las estaciones se vieron largas filas de usuarios que solo podían comprar un pasaje.
Ese día, los funcionarios de las taquillas tuvieron que recurrir al ingenio y a solucionar el problema hasta con vales a mano y firmados por ellos mismos, pues no habían tarjetas para la operación adecuada del Sistema.
Naturalmente durante el paro, muchos pensamos que el problema se debía a la ausencia de otras opciones de transporte para los bogotanos y que esa situación había multiplicado el número de usuarios de Transmilenio.
Pero terminó el paro y el problema siguió: no había suficientes tarjetas para atender la demanda y Transmilenio tuvo que recurrir a tiquetes de papel para que los usuarios pudieran ingresar al Sistema.
¿Y Angelcom? Esta es la empresa encargada del recaudo en el Sistema y quedó demostrado que los cogió por sorpresa la entrada en funcionamiento de las troncales Suba y NQS, anunciada durante más de dos años.
Lo que resulta curioso, por decir lo menos, es que Angelcom es la operadora de recaudo de la fase I, mientras que la Unión Temporal UT Fase II es la encargada del recaudo en la NQS y la troncal Suba. Sin embargo, ¡oh sorpresa!, ambas empresas tienen exactamente la misma dirección y los mismos teléfonos. Entonces, en la práctica, Angelcom (o como quiera que se disfrace), es la operadora del recaudo de todo el Sistema.
Entonces, ¿cómo puede sorprender una situación que fue anunciada y supuestamente planificada por la Alcaldía y por las directivas de Transmilenio? Resulta absurdo que con dos años de avisos, demoras y construcción, Angelcom y la Alcaldía no hubieran tomado las medidas necesarias para que los usuarios tuviesen un servicio rápido y eficaz al pagar sus pasajes.
¿Dos años para ordenar la elaboración de unas tarjetas magnéticas (estilo tarjetas de crédito)? Eso es el colmo de la improvisación y de la falta de gestión. ¿No sabían que, por ejemplo con la troncal Suba, ingresaban de una sola vez al Sistema, 14 nuevas estaciones? Pues si lo sabían y no hicieron nada para facilitarle la vida a los usuarios y ser eficientes en la prestación del servicio.
Entonces, con el ingreso de la nueva fase, los usuarios se enfrentaron a dos situaciones inadmisibles: no habían buses para satisfacer la demanda y tampoco encontraron tarjetas para ingresar al Sistema. Y eso que no hablamos de las rutas alimentadoras, porque en ese tema las cosas son mucho peores.
En medio de semejante caos por falta de gestión y planeación, los usuarios crearon la Asociación de Usuarios Damnificados por Transmilenio, cuya capacidad de convocatoria les ha permitido realizar protestas en varias estaciones y obstaculizar el servicio del Sistema por varias horas.
Esa Asociación ha pedido una y otra vez que el Alcalde se reúna con ellos porque la situación es desesperada: usuarios que antes se demoraban 10 minutos para abordar un articulado, ahora tardan más de una hora esperando un bus que tenga, en algún rincón, un lugar en el que se pueda movilizar el pasajero.
Y esto ocurre en las troncales iniciales del Sistema (Caracas – Autopista Norte – Calle 80), pues muchos articulados de esas rutas han sido desplazados para cubrir la demanda de la nueva fase, lo que evidentemente es un contrasentido, porque el número de usuarios es el mismo, pero ahora tienen menos buses para atenderlos.
Claro… no todo es malo: mientras terminan de construir el sistema de transporte masivo de Pereira, 20 articulados de esa ciudad prestan el servicio en Bogotá.
¡Qué horror!
4 comentarios -Mostrar entrada original
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ida dijo...
Your blog is very interested. What language do you use?
junio 12, 2006 10:51 PM
Atrabilioso dijo...
NOTE OF THE DIRECTION TO IDA:
In Atrabilioso we write in Spanish. The next week we will begin to publish some columns in French. Thanks by its visit.
junio 12, 2006 11:36 PM
DRAGON BLANCO dijo...
Ojala los errores de transmilenio no se exporten a las otras ciudades. Aqui en Bucaramanga ya se empezaron las obras de metrolinea y ya estamos sufriendo los trancones de trafico que se forman, pues la carrera 15 es una via arteria de la ciudad. Aqui tambien se empieza a vislumbrar el problema con los dueños de los buces, donde se ve su avaricia por encima de todo. Esperamos que esto de la chatarrizacion se solucione antes de dar al servicio el sistema de transporte masivo, sino estaremos en las manos de esos atracadores
junio 13, 2006 4:13 PM
Atrabilioso dijo...
NOTA DE LA DIRECCIÓN A DRAGÓN BLANCO:
En Bucaramanga, y en otras ciudades, tienen una ventaja relativa: pueden aprender de la experiencia de Bogotá.
Los trancones, mi estimado Dragón, son inevitables, porque el sistema de transporte masivo está inspirado en el modelo de la ciudad de Curitiba, en Brasil, que fue construída partiendo de sus ejes de movilidad y no al revés, como ocurre en todas las ciudades de Colombia.
Ante los trancones, paciencia, y ante los abusos de las mafias de transportadores, mucha veeduría ciudadana.
Gracias por sus comentarios.
junio 13, 2006 4:55 PM