Bajo agua
11 diciembre 2006
Por: Miguel Yances Peña. Columnista de El Universal de Cartagena myances@msn.com
Dos fenómenos que se refuerzan mutuamente están amenazado el futuro de la zona turística de la ciudad de Cartagena: uno, cíclico, provocado por las fuerzas gravitacionales que la luna ejerce sobre la tierra, origina la elevación del nivel de las aguas marinas; y el otro, -ese si permanente- la elevación del nivel de los océanos por culpa de deshiele de los glaciales debido al calentamiento de la tierra, que los especialistas atribuyen al efecto invernadero.
Los dos fenómenos sumados hacen que las mareas altas, que en el pasado no tenían ninguna incidencia sobre las zonas urbanizadas de la ciudad, ahora las están inundando, como si fueran terrenos de baja mar.
Por otro lado la poca altura de la ciudad sobre el nivel del mar, y la falta de un sistema efectivo de drenaje de aguas pluviales, dan origen a inundaciones en muchos barrios de la ciudad; y para rematar, el mar de leva, otro fenómeno, atribuido a los vientos, azota periódicamente las zonas costeras, arrojando agua y piedras sobre las vías que las circundan.
A esto hay que sumarle que los tres fenómenos (marea alta, invierno y mar de leva) se estén presentando de manera simultánea en la ciudad de Cartagena.
Como van las cosas quedaremos bajo el nivel del mar convirtiéndonos en la Venecia suramericana, pero ya no con castillos, sino con edificios modernos hundidos en el mar. También New Orleáns, en los Estados Unidos, y gran parte de los llamados Países Bajos (Holanda) en Europa lo están, pero allá se han adoptado soluciones que permiten que la vida en las ciudades continúe.
En el centro de la ciudad, por ejemplo, cuando la marea sube, el agua se introduce a la ciudad amurallada a través de las tuberías encargadas de llevar las aguas lluvias a la bahía. Para evitarlo se ha propuesto colocarles válvulas que permitan el flujo del agua en una sola dirección: en este caso del corralito hacia los cuerpos de agua.
Está claro que en una condición como la actual (marea alta y copiosas lluvias) esa solución no sería efectiva (por el principio de los vasos comunicantes) como tampoco elevar el nivel de las vías (como hace transcaribe) sino que además habría que llevar las tuberías de aguas pluviales hasta un colector que las bombee hacia afuera, y no descargarlas por gravedad directamente a la bahía como se hace ahora.
En el caso de los barrios costeros de la bahía (especialmente Castillogrande, Bocagrande y en menor grado Manga) sucede lo mismo solo que no hay tuberías, sino aperturas en los corredores peatonales (que además de zona de recreación actúan como diques) que han invertido su flujo: en lugar de llevar las aguas de las vías a la bahía, llevan las de la bahía hacia las vías, inundándolas.
Igual sucede sobre la cuarta avenida de Manga, con el Caño Bazurto, en la zona sur oriental con la Cienaga de la Virgen y en parte de los canales de conducción de aguas lluvia que atraviesan los barrios populares.
Si se cerraran los desagües o aperturas en los paseos peatonales, se inundarían las calles, ya no por el rebose de la bahía, sino por el represamiento de las aguas lluvias que no tendrían por donde evacuar, pero se podría construir en esos sitios, aprovechando que están a más bajo nivel que el resto de la vía, unas pozas que recojan las aguas pluviales, e implementar un sistema de bombeo automático hacia la bahía, que se active por el nivel del agua.
Eso resuelve rápidamente y de manera económica y temporal, tanto el problema de las mareas como el de de las aguas lluvias estancadas. Los diques de contención alrededor de los cuerpos internos de agua, tarde o temprano tendrán que levantarse, porque ya es una realidad que el nivel de las aguas de los océanos se elevarán con el deshiele de los glaciares (la lucha ahora es por reducir la velocidad a la que esta dando), como también tendrán que construirse los de drenajes pluviales, otro de los macro proyectos de la ciudad que esperan financiación.
Dos fenómenos que se refuerzan mutuamente están amenazado el futuro de la zona turística de la ciudad de Cartagena: uno, cíclico, provocado por las fuerzas gravitacionales que la luna ejerce sobre la tierra, origina la elevación del nivel de las aguas marinas; y el otro, -ese si permanente- la elevación del nivel de los océanos por culpa de deshiele de los glaciales debido al calentamiento de la tierra, que los especialistas atribuyen al efecto invernadero.
Los dos fenómenos sumados hacen que las mareas altas, que en el pasado no tenían ninguna incidencia sobre las zonas urbanizadas de la ciudad, ahora las están inundando, como si fueran terrenos de baja mar.
Por otro lado la poca altura de la ciudad sobre el nivel del mar, y la falta de un sistema efectivo de drenaje de aguas pluviales, dan origen a inundaciones en muchos barrios de la ciudad; y para rematar, el mar de leva, otro fenómeno, atribuido a los vientos, azota periódicamente las zonas costeras, arrojando agua y piedras sobre las vías que las circundan.
A esto hay que sumarle que los tres fenómenos (marea alta, invierno y mar de leva) se estén presentando de manera simultánea en la ciudad de Cartagena.
Como van las cosas quedaremos bajo el nivel del mar convirtiéndonos en la Venecia suramericana, pero ya no con castillos, sino con edificios modernos hundidos en el mar. También New Orleáns, en los Estados Unidos, y gran parte de los llamados Países Bajos (Holanda) en Europa lo están, pero allá se han adoptado soluciones que permiten que la vida en las ciudades continúe.
En el centro de la ciudad, por ejemplo, cuando la marea sube, el agua se introduce a la ciudad amurallada a través de las tuberías encargadas de llevar las aguas lluvias a la bahía. Para evitarlo se ha propuesto colocarles válvulas que permitan el flujo del agua en una sola dirección: en este caso del corralito hacia los cuerpos de agua.
Está claro que en una condición como la actual (marea alta y copiosas lluvias) esa solución no sería efectiva (por el principio de los vasos comunicantes) como tampoco elevar el nivel de las vías (como hace transcaribe) sino que además habría que llevar las tuberías de aguas pluviales hasta un colector que las bombee hacia afuera, y no descargarlas por gravedad directamente a la bahía como se hace ahora.
En el caso de los barrios costeros de la bahía (especialmente Castillogrande, Bocagrande y en menor grado Manga) sucede lo mismo solo que no hay tuberías, sino aperturas en los corredores peatonales (que además de zona de recreación actúan como diques) que han invertido su flujo: en lugar de llevar las aguas de las vías a la bahía, llevan las de la bahía hacia las vías, inundándolas.
Igual sucede sobre la cuarta avenida de Manga, con el Caño Bazurto, en la zona sur oriental con la Cienaga de la Virgen y en parte de los canales de conducción de aguas lluvia que atraviesan los barrios populares.
Si se cerraran los desagües o aperturas en los paseos peatonales, se inundarían las calles, ya no por el rebose de la bahía, sino por el represamiento de las aguas lluvias que no tendrían por donde evacuar, pero se podría construir en esos sitios, aprovechando que están a más bajo nivel que el resto de la vía, unas pozas que recojan las aguas pluviales, e implementar un sistema de bombeo automático hacia la bahía, que se active por el nivel del agua.
Eso resuelve rápidamente y de manera económica y temporal, tanto el problema de las mareas como el de de las aguas lluvias estancadas. Los diques de contención alrededor de los cuerpos internos de agua, tarde o temprano tendrán que levantarse, porque ya es una realidad que el nivel de las aguas de los océanos se elevarán con el deshiele de los glaciares (la lucha ahora es por reducir la velocidad a la que esta dando), como también tendrán que construirse los de drenajes pluviales, otro de los macro proyectos de la ciudad que esperan financiación.